Juan Donapétry llevó a cabo este manuscrito, suponemos que en los años 40-50 del pasado siglo, copiando in situ los escudos y blasones que aún eran visibles en las calles y plazas de Viveiro, y en las casas particulares a las que accedió por cortesía de sus dueños.
El original con el que ha trabajado esta edición, del que se reproduce parcialmente el manuscrito en página adjunta, muestra el esmero de su autor en los dibujos de los escudos y en el coloreado de algunos de ellos, una caligrafía cuidada y clara que hiciera fácil su lectura y, sobre todo ello, un afán infinito de darle relieve a su ciudad. De la lectura del texto se deduce el rigor del autor respecto de la nomenclatura, y, en general, de la ciencia heráldica.
Sin pretender ser un catálogo exhaustivo y definitivo de los escudos de Viveiro, se puede afirmar que en este volumen “son todos los que están” aunque es posible que no “estén todos los que son”.
Heráldica vivariense no pretende quedarse en glosar una vez más un aspecto de la historia de la ciudad, no ser sólo un libro de consulta, sino, también, convertirse en compañero útil y ameno del visitante o de quien callejea por Viveiro y se fija en los detalles. Al reconocer un escudo, un nombre, unos símbolos en él, el paseante empieza a identificarlo, reconocer su significado, su origen, y hacer suyo el lugar y el tiempo. La Historia de Viveiro la han hecho y la siguen haciendo quienes nacieron, vivieron, trabajaron en esta ciudad y, sin duda, también, todos los que amamos Viveiro.
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