El eje universal y la polla voladora contempla un tema que encontramos tanto en la arquitectura clásica como en la pintura y en la literatura, que aparece expuesto en las paredes de las ciudades e incluso en la arena de las playas: la proliferación de representaciones del pene, el descomunal órgano de la imaginación popular, el objeto, según Freud, de la envidia femenina y, por suerte o por desgracia, el símbolo del poder masculino.
Escrito con un estilo que es alternativamente informal e informado, y siempre accesible, María Donapetry nos desafía a que encaremos la aparente ubicuidad de estas representaciones en la cultura ‘alta’ y en la ‘baja’, y en como las tratan figuras como Abelenda, García Márquez o Carol Ann Duffy y un sinfín de anónimos grafiteros.
Al igual que la autora, la única conclusión firme a la que podemos llegar después de leer estas páginas es que Freud se equivocaba: las mujeres no envidian el pene. La pregunta que queda en el aire es: ¿a que se debe esa persistencia obsesiva en señalar, dibujar y hablar del pene como sujeto autónomo? Le toca a quien lea este panfleto darle un par de vueltas al asunto (o no).
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